Y transformó el paisaje… Eso es precisamente lo que la naturaleza hace, transformar y transformarse. Un campo yermo se puede convertir en una tierra fértil, que recibe y da vida. Una espiga de trigo se transforma, cambia y sirve de alimento y se convierte al tiempo, en parte de nosotros, de nuestra vida.
La ciudad se transforma, es capaz de crear nuevos espacios en los que de la nada surge un todo. Ha sucedido con el parque lineal del ferrocarril, el parque El Rodeo, o la plaza de España. De la nada, surge un nuevo espacio, un lugar que hacemos nuestro, que lo disfrutamos, lo vivimos y que se convierte en un lugar de encuentro, en un lugar común.
Y la naturaleza llega hasta nosotros en forma de una gran paca de paja, algo tan vinculado a nuestra tierra, a nuestra forma de vida. Y la ciudad se une así a la naturaleza, que siempre nos sorprende. Y es que bajo esa gran paca de paja, hay vida, hay cultura, hay inquietudes, hay ilusiones…
Todo tiene cabida en el Palacio de Congresos. Un edificio sorprendente y que sorprende. Sorprendente porque alberga mucho más de lo que nuestra imaginación cree, y sorprende porque es y será centro neurálgico de la vida cultural y social de la ciudad. Un edificio que representa parte de nuestros campos de La Serena, nuestra naturaleza, y bajo él, nos ofrece todo lo necesario para disfrutar de cualquier actividad o acto cultural.
Un elemento arquitectónico que por sí mismo tiene un gran valor y, sin duda, es un referente que simboliza también un faro que emerge de la tierra para ser guía. No en vano, ha recibido varios premios a nivel internacional por su diseño.
Lo urbano no se ve a simple vista. Lo urbano está bajo ese gran faro, esa bala de paja gigante imaginada y creada, en el año 2008 por Pancorbo Arquitectos SLP, ganador del concurso público de arquitectura convocado por la consejería de Cultura. Sus creadores decían:
“Se partió de la contradictoria situación urbana donde se situará el nuevo palacio, una tierra (de nadie), donde su ubicación es a la vez urbana y periférica (el primer o último campo de cultivo). Nuestra propuesta pretende destacar esta condición de edificio perteneciente a la Vega, un edificio exento, flotante en el campo, como una bala gigantesca de heno. Intentamos igualmente atrapar la inquietante esencia del “campo de trigo con cuervos” que Van Gogh pintó horas antes de suicidarse y escribir a Theo, su hermano pequeño y cómplice en nuestro lema “yo arriesgué mi vida por mi trabajo”. La entrada al palacio es una grieta en un campo de trigo “con cuervos”.
Tras esa grieta en un campo de trigo, descubrimos un edificio único, que dispone de un auditorio principal con capacidad para 800 espectadores y una sala secundaría con capacidad para 275 espectadores. Ambas pueden utilizarse al mismo tiempo o elegir entre una u otra en función de la asistencia esperada y la naturaleza del evento. El auditorio principal, con caja escénica y concha acústica, admite su uso como auditorio de música, teatro, congresos y conferencias y proyecciones … El auditorio menor, sin caja escénica pero con concha acústica, permite su uso como auditorio de música de cámara, teatro y conferencias.
La superficie total del edificio es de 6.873,26 metros cuadrados. Al acceder a él, encontramos el vestíbulo-sala de exposiciones, con una superficie de 1.067,60 metros cuadrados. El auditorio principal tiene una superficie de 726,25 metros cuadrados, el auditorio menor, tiene de 283,35 metros cuadrados. Cuenta, además, con cuatro salas de ensayos que van desde los 8, 15,7, 19 y casi 34 metros cuadrados. En la planta superior se encuentra la cafetería. Un amplio espacio, diáfano, con una superficie de 75 metros cuadrados y dos terrazas de 42,80 y 28,53 metros cuadrados respectivamente. Un espacio que gracias a sus grandes ventanales ofrece al visitante unas inmejorables vistas de La Serena.