La memoria de los abuelos sobrevive en la Red

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memoro.jpgLa web Memoro.org recoge vídeos en los que las personas nacidas antes de 1940 evocan su vida. Buscan personas con historias que contar en cinco minutos. Desde febrero, este es el objetivo de una página web, creada por tres españoles, que intenta reunir en vídeo los recuerdos de los más mayores.

www.memoro.org 

 

"El objetivo de www.memoro.org es recopilar todas las historias de la vida de nuestros abuelos para que no desaparezcan con ellos", explica el presidente de Memoro España, Fernando Gabrich.

Uno de los primeros en regalar sus recuerdos ha sido André Ricard, el diseñador catalán que creó la antorcha de los Juegos Olímpicos de Barcelona'92, y que recuerda "un tiempo en el que no había televisiones", en el que los niños jugaban a crear juguetes "con las manos y la sierra". La infancia en una casa en la que el padre pintaba y esculpía y se hablaba de arte forjó -sostiene- su vocación. "Recuerdo que en unas vacaciones, durante la Segunda Guerra Mundial, mi padre decidió construir una casa en el bosque y todos tuvimos que colaborar", añade Ricard.

Los recuerdos de André, al igual que los de Joan, un ex-combatiente de la quinta del Biberón que participó en la batalla del Ebro, no se perderán porque han sido grabados en vídeo y están al alcance de un clic.

La idea original de crear un banco de la memoria nació hace un año en Italia, cuando cuatro amigos del Piamonte decidieron grabar en vídeo las experiencias de los mayores de su región para conservarlas. Como ellos, los responsables españoles de Memoro recuerdan aún las historias que les relataban sus abuelos y que son útiles para "mantener la memoria de las costumbres y los valores de una época", dice Gabrich.

Voz, gestos, expresiones…

Con el propósito de no perderlas, los integrantes de este proyecto buscan a mayores con ganas de relatar sus historias y las recogen en vídeo, pues es "el medio que mejor transmite la voz y todas las expresiones". El primer amor, el primer trabajo, la infancia, la guerra… son algunos de los temas que los mayores, populares o anónimos cuentan a la cámara.

Gabrich no olvida la historia de Montserrat, una barcelonesa de 90 años que nació en Paraguay y que aún recuerda el viaje de regreso a España. Con 15 años y acompañada de sus padres, Montserrat volvió a casa después de un viaje en barco que duró 45 días, con escala en varios países de América y Africa.

"Cuando empiezan a hablar, olvidan el miedo a la cámara y nos cuentan historias fantásticas", asegura Fernando. De momento, la versión española de esta iniciativa, -presente también en Italia, Alemania, Estados Unidos, Argentina y Francia-, dispone de 110 vídeos y más de 30.000 visitas. Aunque la edad media de los entrevistados ronda los 80 años, el más longevo nació en 1916. Muchos de ellos -como dice Monserrat- no tienen más que los recuerdos o, dicho de otro modo, viven gracias a ellos.

A Jaume Vidal le gusta contar cómo, siendo niño, jugaba a la pelota en una céntrica plaza de Barcelona, "algo impensable hoy", subraya Gabrich, que asegura que estas historias son también importantes porque "muestran la transformación de una ciudad". En Italia, los creadores de este proyecto llegaron a organizar un tour en vespa por cuarenta ciudades en busca de mayores y en Memoro España quieren seguir el ejemplo. De momento, han recorrido las Islas Baleares y preparan una próxima visita a Madrid y Salamanca.

"Queremos que sea un puente entre la generación de nuestros abuelos y los jóvenes", explica Gabrich, quien destaca además la buena predisposición de muchos nietos para entrevistar o convencer a sus abuelos. Así, para Josefa, la infancia fue "una época sin felicidad por muy bien avenidas que estuviesen las familias" y en la que abundaban el hambre, la tuberculosis, las cartillas de racionamiento y la guerra. "Cuando acabábamos de comer siempre preguntábamos si no había nada más", relata. "Son unas cosas tan tristes que cuando me vienen a la memoria, pienso que no las quiero recordar", concluye, ya que no siempre es fácil contar el pasado.

Fuente: El País